La noche está tranquila,
pero sería una buena noche
para bajar a los políticos,
los militares y la policía
del burro.
Hacer saltar todas las cerraduras
-sí, también las del cerebro,
las de las cárceles-.
Entrar en los bancos
y quemar allí mismo todo el dinero del mundo
-como hicieron los abuelos
en Vía Layetana,
hace años,
firmemente convencidos
de haber pasado página a la Historia-.
Reunirse después en la plaza
para abolir los pronombres posesivos.
A ver quién da más
y quién pide menos.
Romper todas las cadenas
-también las invisibles
y las de oro-.
Hacer del hambre
y los ojos tristes un recuerdo del pasado.
En fin,
no olvides
hermosas cosas por hacer
en una noche tranquila
como ésta.
Antonio Orihuela
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