miércoles, 20 de marzo de 2019


LA POESÍA 

Recuerdo muy bien aquel mundo de agua donde empezó mi vida.
Lo recuerdo porque puedo imaginarlo, porque puedo conjeturarlo. 
Ese mundo de agua, redondo y sin fondo, donde adquirí mi forma 
fue la metáfora primera que conocí. 
Y el canal entre mi madre y yo, fue el primer verso.
Porque la poesía es una conjetura acerca de lo inefable. 
Un modo, quizás el único, de acercarse a las quimeras.
Recuerdo también el día en que mi madre se quedó parada 
a mis espaldas, mientras yo subía las escaleras de la mano de una mujer vestida con guardapolvo blanco. 
La mujer me dijo que no llorara, que iba a enseñarme a dibujar la letra m. Entonces, llegó de nuevo la poesía. 
Y entendí que el lenguaje puede ser la extensión del regazo materno.
También recuerdo cuando ocurrió al revés, y fue mi propio vientre 
una metáfora de agua.
Puedo recordar cuando yo fui la madre detenida a espaldas de mi niña. Aquella vez, regresó la poesía a explicarme los sentidos del tiempo.
Hoy recuerdo mi muerte.
Puedo recordarla porque puedo imaginarla, puedo conjeturarla.
Si en ese trance consigo aceptar que es nuestro deber dejar sitio a los otros, entonces la muerte no será más que la mejor metáfora del amor.

Liliana Bodoc 

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