Palpé mi vida con mis dos manos
para ver si estaba ahí -
sostuve mi espíritu en el vaso,
para probar si era más posible -
di vuelta mi ser vuelta y vuelta
y me detuve en cada corral
para preguntar el nombre del dueño -
dudando, de reconocer el sonido -
examiné mis facciones - arreglé mi pelo-
provoqué mis oyuelos, y esperé -
si ellos -brillaban de nuevo-
mi convicción podría, de mi-
me dije a mí misma, "ten coraje, amiga-
eso- fue un tiempo atrás -
pero podríamos aprender a amar el cielo,
como a nuestra vieja casa"
351, Emily Dickinson