Mujeres-aves
En una tarde ocurrió que vi correr a dos alcaravanes. Pasaron
veloces por mi enramada, cantando:
Leu, leu leu, ma. Leu, leu leu, ma.
Había luna subiendo sobre el rojo descanso del sol… y los vi
perderse por el camino que va hacia el jagüey de Mariirop.
Entrada la noche sucedió un sueño en mí… lleno de mujeresaves:
estaba jierü-witush, la mujer-azulejo, tejiendo con todos
los colores del tiempo; jierü-wawaachi, la mujer-tórtola,
llamaba a sus hijos:
«¡Traigan la vida aquí!»
«¡Traigan la vida aquí!»
Jierü-shotii, la mujer-lechuza, acechaba desde el fuego de sus ojos
al hombre deseado; jierü-chünü’ü, la mujer-colibrí, renovaba
las flores de los sueños olvidados… y muchas aves y muchas
mujeres; jierü-kaarai, la mujer-alcaraván, allá, henchida de
presagios en cada latido de su corazón; jierü-wulu’ui, la mujerturpial,
repartía el agua fresca de la risa; jierü-iisho, la mujercardenal,
sostenía el entorno en sus alas rojicenizas.
Al despertar, le conté el sueño a mi madre… y sonrió sin
mirarme: «¡Aaa, ella es una wainpirai!»… una mujer-sinsonte.
Y a partir de entonces he venido descubriendo las plumas
ocultas de las mujeres que nos abrigan.
Vito Apüshana
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