puñado de tierra
Me entregaron un puñado de tierra para que ahí viviera.
«Toma, lombriz de tierra», me dijeron,
«Ahí cultivarás, ahí criarás a tus hijos, ahí masticarás tu bendito maíz».
Entonces tomé ese puñado de tierra, lo cerqué de piedras para que el agua no me lo desvaneciera,
lo guardé en el cuenco de mi mano, lo calenté, lo acaricie y empecé a labrarlo…
Todos los días le cantaba a ese puñado de tierra; entonces vino la hormiga, el grillo, el pájaro de la noche, la serpiente de los pajonales,
y ellos quisieron servirse de ese puñado de tierra.
Quité el cerco y a cada uno le di su parte.
Me quedé nuevamente solo
con el cuenco de mi mano vacío;
cerré entonces la mano, la hice puño y decidí pelear por aquello que otros nos arrebataron.
Fredy Chikangana
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