miércoles, 6 de mayo de 2015


Barrio sin luz 

¿Se va la poesía de las cosas 
o no la puede condensar mi vida? 
Ayer -mirando el último crepúsculo- 
yo era un manchón de musgo entre unas ruinas.
Las ciudades -hollines y venganzas-, 
la cochinada gris de los suburbios, 
la oficina que encorva las espaldas, 
el jefe de ojos turbios.
Sangre de un arrebol sobre los cerros, 
sangre sobre las calles y las plazas, 
dolor de corazones rotos, 
podre de hastíos y de lágrimas.
Un río abraza el arrabal 
como una mano helada que tienta en las tinieblas: 
sobre sus aguas se avergüenzan 
de verse las estrellas.
Y las casas que esconden los deseos 
detrás de las ventanas luminosas, 
mientras afuera el viento 
lleva un poco de barro a cada rosa.
Lejos... la bruma de las olvidanzas 
-humos espesos, tajamares rotos-, 
y el campo, ¡el campo verde!, en que jadean 
los bueyes y los hombres sudorosos.
Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas, 
mordiendo solo todas las tristezas, 
como si el llanto fuera una semilla 
y yo el único surco de la tierra.

Pablo Neruda

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