El poema
El poema
Detrás de aquella nube
hay un poema que me acecha.
No escucho ni el rugido
del león, ni el zumbido cifrado de la abeja,
ni el acorde solar del ruiseñor,
ni la cruel seducción de la sirena,
pero es mi oficio.
Sin la bolsa que cuelga en mi espalda
con la herencia de todos esos pájaros
que se han posado y han partido,
no podría nacer.
Yo le daré
el fuego de la rosa y la ceniza
de su llama,
le daré el oro cálido del sol, la plata fría
de la luna; le daré el asimiento
de la hiedra, la rotunda
cadencia de la ola en la piedra.
Le ofrendaré la atenta ceremonia
del mirasol,
vuelto hacia él mi corazón todo el día,
y acogeré las gotas de sangre que trasude
en valvas vivas.
Me alzaré sobre mí para alcanzarlo,
o me hincaré para invocarlo
o me abriré para parirlo.
(Si él no nace,
¿yo me muero?)
Le daré la voz del buhonero
para que venda su belleza en la plaza.
si tan sólo quiere bajar,
si tan sólo quiere probar,
si tan sólo quiere encarnar.
Hugo Padelletti
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