lunes, 26 de mayo de 2014


Para leer en forma interrogativa


Has visto,

verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa...
Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás...
Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga...
Has sabido
con cada poro de la piel, sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.


Julio Cortázar

jueves, 22 de mayo de 2014


Como tú

Yo, como tú, 

amo el amor, la vida, el dulce encanto 

de las cosas, el paisaje 
celeste de los días de enero.

También mi sangre bulle 
y río por los ojos 
que han conocido el brote de las lágrimas.

Creo que el mundo es bello, 
que la poesía es como el pan, de todos.

Y que mis venas no terminan en mí 
sino en la sangre unánime 
de los que luchan por la vida, 
el amor, 
las cosas, 
el paisaje y el pan, 
la poesía de todos.


Roque Dalton

De: Poemas Clandestinos

domingo, 11 de mayo de 2014


GACELA DE LA MUERTE OSCURA

Quiero dormir el sueño de las manzanas,

alejarme del tumulto de los cementerios.

Quiero dormir el sueño de aquel niño

que quería cortarse el corazón en alta mar.

No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre;

que la boca podrida sigue pidiendo agua.

No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,

ni de la luna con boca de serpiente

que trabaja antes del amanecer.

Quiero dormir un rato,

un rato, un minuto, un siglo;

pero que todos sepan que no he muerto;

que hay un establo de oro en mis labios;

que soy el pequeño amigo del viento Oeste;

que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.

Cúbreme por la aurora con un velo,

porque me arrojará puñados de hormigas,

y moja con agua dura mis zapatos

para que resbale la pinza de su alacrán.

Porque quiero dormir el sueño de las manzanas

para aprender un llanto que me limpie de tierra;

porque quiero vivir con aquel niño oscuro

que quería cortarse el corazón en alta mar.

Federico García Lorca



Fritz Zuber-Buhler



Christian Schloe

Christian Schloe














HABLARÉ POR VOSOTROS - MARCOS ANA


Excavaré con mi palabra hasta encontraros
en las sangrantes raíces sumergidas
de vuestros corazones enterrados.
Hablaré por vosotros.
Reconstruiré la voz de vuestros labios,
su semilla final, la de aquel grito
constelado de estrellas y balazos.
Hablaré por vosotros.
Y extenderé el secreto que os dejaron
en la oquedad terrible de los ojos
la voz estremecida de los astros.
Hablaré por vosotros.
Jamás olvidaré aquellas madrugadas,
los últimos abrazos, las gargantas
de vuestra dignidad amordazadas.

(De: "Poemas de la prisión y la vida")

La terrible sinceridad, Roberto Arlt

Me escribe un lector: "Le ruego me conteste, muy seriamente, de qué forma debe uno vivir para ser feliz".

Estimado señor: Si yo pudiera contestarle, seria o humorísticamente, de qué modo debe vivirse para ser feliz, en vez de estar pergueñando notas, sería, quizá, el hombre más rico de la tierra, vendiendo, únicamente a diez centavos, la fórmula para vivir dichoso. Ya ve qué disparate me pregunta.

Creo que hay una forma de vivir en relación con los semejantes y consigo mismo, que si no concede la felicidad, le proporciona al individuo que la practica una especie de poder mágico de dominio sobre sus semejantes: es la sinceridad.
Ser sincero con todos , y más todavía consigo mismo, aunque se perjudique. Aunque se rompa el alma contra el obstáculo. Aunque se quede sólo, aislado y sangrando. Esta no es una fórmula para vivir feliz; creo que no pero sí lo es para tener fuerzas y examinar el contenido de la vida, cuyas apariencias nos marean y engañan de continuo.

No mire lo que hacen los demás. No se le importe un pepino de lo que opine el prójimo. Sea usted, usted mismo sobre todas las cosas, sobre el bien y el mal, sobre el placer y sobre el dolor, sobre la vida y la muerte. Usted y usted. Nada más. Y será fuerte como un demonio entonces. Fuerte a pesar de todos y contra todos. No importe que la pena lo haga dar de cabeza contra la pared. Interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente:

-¿Soy sincero conmigo mismo?

Y si el corazón le dice que sí, y tiene que tirarse a un pozo, tírese con confianza. Siendo sincero no se va a matar. Esté segurísimo de eso. No se va a matar, porque no se puede matar. La vida, la misteriosa vida que rige nuestra existencia, impedirá que usted se mate tirándose al pozo. La vida, providencialmente, colocará, un metro antes de que usted llegue al fondo, un clavo donde se engancharán sus ropas, y ... usted se salvará.

Me dirá usted: "¿Y si los otros no comprenden que soy sincero?" ¡Qué se le importa a usted de los otros! La tierra y la vida tienen tantos caminos con alturas distintas, que nadie puede ver a más distancia de la que dan sus ojos. Aunque se suba a una montaña, no verá un centímetro más lejos de lo que le permita su vista. Pero, escúcheme bien: el día que los que lo rodean se den cuenta de que usted va por un camino no trillado, pero que marcha guiado por la sinceridad, ese día lo mirarán con asombro, luego con curiosidad. Y ese día en que usted, con la fuerza de su sinceridad, les demuestre cuántos poderes tiene entre sus manos, ese día serán sus esclavos espiritualmente, créalo.

Me dirá usted: "¿Y si me equivoco?". No tiene importancia. Uno se equivoca cuando tiene que equivocarse. Ni un minuto antes ni un minuto después. ¿Por qué? Porque así lo ha dispuesta la vida, que es esa fuerza misteriosa. Si usted se ha equivocado sinceramente, lo perdonarán. O no lo perdonarán. Interesa poco. Usted sigue su camino. Contra viento y marea. Contra todos, si es necesario ir contra todos. Y créame llegará un momento en que usted se sentirá más fuerte, que la vida y la muerte se convertirán en dos juguetes entre sus manos. Así, como suena. Vida. Muerte. Usted va a mirar esa taba que tiene tal reverso, y de una patada la va a tirar lejos de usted. ¿Qué se le importan los nombres, si usted, con su fuerza, está más allá de los nombres?

La sinceridad tiene un doble fondo curioso. No modifica la naturaleza intrínseca del que la practica, y sí le concede una especie de doble vista, sensibilidad curiosa, y que le permite percibir la mentira, y no sólo la mentira, sino los sentimientos del que está a su lado.

Hay una frase de Goethe, respecto de este estado, que vale un Perú. Dice:

"Tú que me has metido en este dédalo, tú me sacarás de él"

Es lo que anteriormente le decía.

La sinceridad provoca en el que la practica lealmente, una serie de fuerzas violentas. estas fuerzas sólo se muestran cuando tiene que producirse eso de: "Tú que me has metido en este dédalo, tú me sacarás". Y si usted es sincero, va a percibir la voz de estas fuerzas. Ellas lo arrastrarán, quizá, a ejecutar actos absurdos. No importa. Usted los realiza. ¿Que se quedará sangrando? ¡Y es claro! Todo cuesta en esta tierra. La vida no regala nada, absolutamente. Todo hay que comprarlo con libras de carne y sangre.

Y de pronto, descubrirá algo que no es la felicidad, sino un equivalente a ella. La emoción. La terrible emoción de jugarse la piel y la felicidad. No en el naipe, sino convirtiéndose usted en una especie de emocionado naipe humano que busca la felicidad, desesperadamente, mediante las combinaciones más extraordinarias, más inesperadas. ¿O qué se cree usted? ¿Que es uno de esos multimillonarios norteamericanos, ayer vendedores de diarios, más tarde carboneros, luego dueños de circo, y sucesivamente periodistas, vendedores de automóviles, hasta que un golpe de fortuna los sitúa en el lugar en que inevitablemente debía estar?

Esos hombres se convirtieron en multimillonarios porque querían ser eso. Con eso sabían que realizaban la felicidad de su vida. Pero piense usted en todo lo que se jugaron para ser felices. Y mientras no se producía lo efectivo, la emoción, que derivaba de cada jugada, los hacía más fuertes. ¿Se da cuenta?

Vea amigo: hágase una base de sinceridad, y sobre esa cuerda floja o tensa, cruce el abismo de la vida, con su verdad en la mano, y va a triunfar. No hay nadie, absolutamente nadie, que pueda hacerlo caer. Y hasta los que hoy le tiran piedras, se acercarán mañana a usted para sonreírle tímidamente. Créalo, amigo: un hombre sincero es tan fuerte que sólo él puede reírse y apiadarse de todo.
LO QUE ESPERAMOS 

Tardará, tardará. 

Ya sé que todavía 
los émbolos, 
la usura, 
el sudor, 
las bobinas 
seguirán produciendo, 
al por mayor, 
en serie, 
iniquidad, 
ayuno, 
rencor, 
desesperanza; 
para que las lombrices con huecos portasenos, 
las vacas de embajada, 
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos, 
se sacien de adulterios, 
de hastío, 
de diamantes, 
de caviar, 
de remedios. 

Ya sé que todavía pasarán muchos años 
para que estos crustáceos 
del asfalto 
y la mugre 
se limpien la cabeza, 
se alejen de la envidia, 
no idolatren la saña, 
no adoren la impostura, 
y abandonen su costra 
de opresión, 
de ceguera, 
de mezquindad. 
de bosta. 

Pero, quizás, un día, 
antes de que la tierra se canse de atraernos 
y brindarnos su seno, 
el cerebro les sirva para sentirse humanos, 
ser hombres, 
ser mujeres, 
-no cajas de caudales, 
ni perchas desoladas-, 
someter a las ruedas, 
impedir que nos maten, 
comprobar que la vida se arranca y despedaza 
los chalecos de fuerza de todos los sistemas; 
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas 
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra. 

Y entonces... 
¡Ah!, ese día 
abriremos los brazos 
sin temer que el instinto nos muerda los garrones, 
ni recelar de todo, 
hasta de nuestra sombra; 
y seremos capaces de acercarnos al pasto, 
a la noche, 
a los ríos, 
sin rubor, 
mansamente, 
con las pupilas claras, 
con las manos tranquilas; 
y usaremos palabras sustanciosas, 
auténticas; 
no como esos vocablos erizados de inquina 
que babean las hienas al instarnos al odio, 
ni aquellos que se asfixian 
en estrofas de almíbar 
y fustigada clara de huevo corrompido; 
sino palabras simples, 
de arroyo, 
de raíces, 
que en vez de separarnos 
nos acerquen un poco; 
o mejor todavía 
guardaremos silencio 
para tomar el pulso a todo lo que existe 
y vivir el milagro de cuanto nos rodea, 
mientras alguien nos diga, 
con una voz de roble, 
lo que desde hace siglos 
esperamos en vano.

Oliverio Girondo

REFERENCIAS, DATOS PERSONALES


A mí me han hecho los hombres que andan bajo
el cielo del mundo
buscan el brillo de la madrugada
cuidan la vida como un fuego.



Me han enseñado a defender la luz que canta conmovida
me han traído una esperanza que no basta soñar
y por esa esperanza conozco a mis hermanos.

Entonces río contemplando mi apellido, mi rostro en
el espejo
yo sé que no me pertenecen
en ellos ustedes agitan un pañuelo
alargan una mano por la que no estoy solo.

En ustedes mi muerte termina de morir.
Años futuros que habremos preparado
conservarán mi dulce creencia en la ternura,
la asamblea del mundo será un niño reunido.

JUAN GELMAN