domingo, 30 de noviembre de 2014


Lleno de vida ahora

 Lleno de vida ahora, concreto, visible, yo, de 40 años de edad, en el año octogésimo tercero de los Estados, a quien viva dentro de un siglo, dentro de cualquier cifra de siglos, a ti, que no has nacido aún, a ti te buscan estos cantos.
Cuando los leas, yo que era visible seré invisible, ahora eres tú, concreto, visible, el que los lee, el que los busca, imaginando lo feliz que serías si yo estuviera a tu lado y fuera tu amigo; sé tan feliz como si yo estuviera a tu lado. (No estés demasiado seguro de que no esté contigo)

Walth Whitman 
 



Espigas

El trigal se ha entregado a la muerte.
Ya las hoces cortan las espigas.
Cabecean los chopos hablando
con el alma sutil de la brisa.

El trigal sólo quiere silencio.
Se cuajó con el sol, y suspira
por el amplio elemento en que moran
los ensueños despiertos. El día.
ya maduro de luz y sonido,
por los montes azules declina.

¿Qué misterioso pensamiento
conmueve a las espigas?
¿Qué ritmo de tristeza soñadora
los trigales agita...?

¡Parecen las espigas viejos pájaros
que no pueden volar!
Son cabecitas,
que tienen el cerebro de oro puro
y expresiones tranquilas.

Todas piensan lo mismo,
todas llevan
un secreto profundo que meditan.
Arrancan a la tierra su oro vivo
y cual dulces abejas del sol, liban
el rayo abrasador con que se visten
para formar el alma de la harina.

¡Oh, qué alegre tristeza me causáis,
dulcísimas espigas!
Venís de las edades más profundas,
cantasteis en la Biblia,
y tocáis cuando os rozan los silencios
un concierto de liras.

Brotáis para alimento de los hombres.
¡Pero mirad las blancas margaritas
y los lirios que nacen porque sí!
¡Momias de oro sobre las campiñas!
La flor silvestre nace para el sueño
y vosotras nacéis para la vida. 

Federico García Lorca 



sábado, 29 de noviembre de 2014



MARIPOSAS

En el medio de nuestros platos de potaje
había pintada una mariposa azul
y cada mañana jugábamos a quién llegaba primero a la mariposa.
Entonces la abuela decía: "No coman a la pobre mariposa".
Eso nos hacía reír.
Ella siempre lo decía y siempre nos hacía reír.
Parecía un pequeño chiste tan dulce.
Yo estaba segura de que una hermosa mañana
las mariposas saldrían volando de nuestros platos
soltando la risita más diminuta del mundo
y se posarían en el gorro de la abuela

Katherine Mansfield 



John William Waterhouse, Hylas and the Nymphs

jueves, 27 de noviembre de 2014



Qué ángel te librará de la tristeza

Qué ángel te librará de la tristeza
y te despertará un precioso día
sin memoria de lo que te afligía
y te dirá al oído: "Escucha y cesa

tus llantos. En mis brazos no te pesa
la lentitud del tiempo ni la impía
delación de los hombres. Eres mía,
ya no eres de este vano mundo presa.

Asómate a esta fúlgida ventana
por tu dicha adornada. Ya el dolor
se marchitó como una larga flor

cuya sabiduría al fin te sana
al disolverse porque se convierte
en polvo, en ilusión, en otra suerte

Silvina Ocampo

miércoles, 26 de noviembre de 2014



Nombras el árbol, niña.
Y el árbol crece, lento y pleno,
anegando los aires,
verde deslumbramiento,
hasta volvernos verde la mirada.

Nombras el cielo, niña.
Y el cielo azul, la nube blanca,
la luz de la mañana,
se meten en el pecho
hasta volverlo cielo y transparencia.

Nombras el agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde,
baña la tierra negra,
reverdece la flor, brilla en las hojas
y en húmedos vapores nos convierte.

No dices nada, niña.
Y nace del silencio
la vida en una ola
de música amarilla;
su dorada marea
nos alza a plenitudes,
nos vuelve a ser nosotros, extraviados.

¡Niña que me levanta y resucita!
¡Ola sin fin, sin límites, eterna!

Octavio Paz

Soneto XLII
Radiantes días balanceados por el agua marina,
concentrados como el interior de una piedra amarilla
cuyo esplendor de miel no derribó el desorden:
preservó su pureza de rectángulo.
Crepita, sí, la hora como fuego o abejas
y es verde la tarea de sumergirse en hojas,
hasta que hacia la altura es el follaje
un mundo centelleante que se apaga y susurra.
Sed del fuego, abrasadora multitud del estío
que construye un Edén con unas cuantas hojas,
porque la tierra de rostro oscuro no quiere sufrimientos
sino frescura o fuego, agua o pan para todos,
y nada debería dividir a los hombres
sino el sol o la noche, la luna o las espigas.

Pablo Neruda

martes, 25 de noviembre de 2014


Poema 12 



Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.
Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.
He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto como un viaje.
Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma

Pablo Neruda 

Erraba solitario como una nube

Erraba solitario como una nube
que flota en lo alto sobre valles y colinas,
cuando de pronto vi una muchedumbre,
una hueste, de dorados narcisos;
junto al lago, bajo los árboles,
bailando en la brisa, estremecidos.

Contiguos como las estrellas que brillan
y titilan en la Vía Láctea,
se extendían en fila infinita
a lo largo de aquella bahía:
Diez mil contemplé de una mirada,
sacudiendo sus cabezas en animada danza.

A su lado bailaban, espumosas, las olas,
pero los narcisos superaban su alegría:
No podría un poeta no estar alegre
ante su jovial compañía:
Yo miré, y miré, pero poco pensé
en cuánta riqueza el espectáculo traía:

Pues a menudo, reposando en mi sofá,
ya meditabundo o de un humor vacío
ellos destellan sobre ese ojo interior
que es la dicha de la soledad;
entonces mi corazón se extasía
y con los narcisos se pone a bailar.

William Wordsworth
 
 
 

domingo, 23 de noviembre de 2014


EL NIÑO YUNTERO

Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombre jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

Miguel Hernández / Antología
 
Caminos

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.

El río va corriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza

Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.

Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.

El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.

Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya, no puedo caminar con ella!

Antonio Machado

Tal vez el mundo cabe en la cocina
donde hablamos del hijo.
El futuro es un rostro, un dulce nombre,
una sangre en camino a este camino.
Amor se dice de un extraño modo:
cuna, pañal, la bata.
Esas cosas comunes.
Esas palabras blancas.

El amor ha crecido.
La primavera canta en mi pañuelo.


Juan Gelman / Violín y otras cuestiones

viernes, 21 de noviembre de 2014


Si del valle
no saliera el ruiseñor
con su canto,
¿quién sabría decir
si llegó la primavera?

Oe No Chisato / Poesía clásica japonesa
 
 
 

jueves, 20 de noviembre de 2014

 
EN LA BREVEDAD DEL INSTANTE
 
Un breve instante
se detiene sobre las flores
el claro de luna.

A cada golpe de viento
la mariposa se desplaza
sobre el sauce.

Abriendo de par en par
las puertas del palacio
la primavera.

Nunca te olvides
del gusto solitario
del rocío.

Cansado de caminar
me alojo 
entre las glicinas.

(Haikus extraídos del libro de MATSUO BASHO)



Henri de Toulouse-Lautrec, The Two Girlfriends (Abandon), 1895


miércoles, 19 de noviembre de 2014


KATHERINE MANSFIELD

Poder sentarse frente a la pequeña chimenea de leña con las manos cruzadas en el regazo y los ojos cerrados; imaginar que vuelves a ver sobre los párpados toda la belleza danzante del día; sentir la llama en la garganta como solía imaginar que sentía la mancha de amarillo cuando Bogey me colocaba las flores amarillas bajo la barbilla... cuando respirar es tal placer que da casi miedo hacerlo; como si una mariposa moviera las alas sobre tu pecho. Saborear aún la cálida luz del sol que se derrite en la boca, poder oler el aroma blanco y de cera esparcido sobre los campos de junquillo y el salvaje y fuerte del romero que crece en pequeños manojos entre las rocas rojas junto a la orilla del mar... Está saliendo la luna pero el día, reacio a concluir, se prolonga en el mar y en el cielo. El mar está salpicado del rosa de las cerezas poco maduras y en el cielo se ve una luz amarilla volando como las alas del canario. Los troncos de las palmeras son muy tenaces y sólidos. Las hojas verdes y rígidas que brotan de sus copas perecen cortar el aire del atardecer, y entre ellas, los eucaliptos azules, altos y esbeltos, con hojas en forma de hoz y ramas colgando, mitad azul, mitad violeta. La luna está justo sobre la montaña detrás de la aldea. Los perros lo saben; ya empiezan a aullar y a ladrar. Los pescadores se gritan y se silban mientras guardan las barcas, algunos chicos cantan en la orilla con voces medio rotas y se oye el ruido de niños llorando, niños pequeños de mejillas quemadas y arena entre los dedos de los pies a los que se está llevando a dormir...
Estoy cansada, felizmente cansada. ¿Crees que las margaritas se sienten felizmente cansadas cuando se cierran por la noche y el rocío desciende sobre ellas?

(Fragmento extraído del DIARIO)


Marc Chagall,Lovers with daises


domingo, 16 de noviembre de 2014



MARIPOSA

Nunca he visto una mariposa que vuele llevando carga en la espalda o colgándose la carga como un helicóptero. La mariposa tiene tan sólo un cuerpo liviano. El cuerpo es toda su fortuna. No tiene pertenencias. Ligera, sin poseer nada, anda volando. Las flores son sus tabernas. Las hojas son moradas que las protejen de las lluvias. Su vida es una danza que se despliega en lo alto. La culminación de la danza es su muerte. Al morir envejecida no tiene nada que desear. No tiene nada que desear y por eso es libre, incluso al morir.
 
  Choi Seung-Ho


Salvador Dali


Vida de una flor

Por la verde ronda de hojas ya se asoma
con temor infantil, y apenas mirar osa;
siente las ondas de luz que la cobijan,
y el azul incomprensible del cielo y del Verano.
Luz, viento y mariposas la cortejan; abre,
con la primera sonrisa, su ansioso corazón
hacia la vida, y aprende a entregarse,
como todo ser joven, a los sueños.

Más ahora ríe toda, arden sus colores
y en su cáliz asoma ya el dorado polen;
aprende a sentir el calor del mediodía
y, agotada, se inclina al lecho de hojas por la tarde.

Labios de mujer madura con sus bordes,
donde las líneas tiemblan por la edad ya presentida.
cálida florece al fin su risa, en cuyo fondo
amarga caducidad y hastío anidan.

Pero ya se ajan y reducen los pétalos,
ya cuelgan pesadamente sobre las semillas.
Palidecen los colores como espectros: el gran
secreto envuelve ya a la moribunda.

Hermann Hesse 


Georgia O'Keeffe

lunes, 10 de noviembre de 2014



Himno al mar

¡Oh mar! ¡Oh mito! ¡Oh largo lecho!
Y sé por qué te amo. Sé que somos muy viejos,
que ambos nos conocemos desde siglos.
Sé que en tus aguas venerandas y rientes ardió la aurora de la Vida.
(En la ceniza de una tarde terciaria vibré por primera vez en tu seno.)
¡Oh proteico, yo he salido de ti!
¡Ambos encadenados y nómadas;
ambos con un sed intensa de estrellas;
ambos con esperanzas y desengaños;
ambos, aire, luz, fuerza, oscuridades;
ambos con nuestro vasto deseo y ambos con nuestra grande miseria!

Jorge Luis Borges

domingo, 9 de noviembre de 2014



Dos cuerpos

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
 
Octavio Paz

"Todo se cura con agua salada: con sudor, con lágrimas o con el mar"

 Isak Dinesen

Pierre Auguste Renoir - Blick aufs Meer Guernsey, 1880
Pierre Auguste Renoir - Blick aufs Meer Guernsey, 1880

sábado, 8 de noviembre de 2014


Lluvia

Llueve otra vez. Llueve de nuevo. Llueve:
siempre el amor me llega con la lluvia.
Sobre la calle una llovizna breve
y aquí en mi corazón, cómo diluvia...

Llueve. Y el agua cae sin relieve
sobre las piedras, ávidas de lluvia.
Aquí en mi corazón, cómo remueve;
aquí en mi corazón, cómo diluvia.

Siempre el amor me llega así. Sin ruido,
con silencioso paso estremecido:
niebla menuda que después diluvia.

Siempre el amor me llega así, callado,
con silencioso andar desesperado...
Y no sé dónde estás. Y está la lluvia.

Julia Prilutzky

miércoles, 5 de noviembre de 2014



ABERTURA

En mis momentos oscuros
Cuando en mí no asoma nadie,
Y no es más que niebla y muros,
Lo que en la vida me atañe,

Alzo la frente un instante
De donde vivo agobiado
Y, en el espacio distante,
Veo al sol caer dorado.

Existo entonces, revivo;
Y aunque sólo sea ilusión
Lo exterior en que me olvido,
Nada más que quiero ni pido:
Le entrego mi corazón.

Fernando Pessoa


PARA QUE LOS HOMBRES...

Para que los hombres no tengan vergüenza de la
de la belleza de las flores,
para que las cosas sean ellas mismas: formas
sensibles o profundas
de la unidad o espejos de nuestro esfuerzo
por penetrar el mundo,
con el semblante emocionado o pasajero de nuestros
sueños,
o la armonía de nuestra paz en la soledad de nuestro
pensamiento,
para que podamos mirar y tocar sin pudor
las flores, sí, todas las flores,
y seamos iguales a nosotros mismos en la
hermandad delicada,
para que las cosas no sean mercancías,
y se abra como una flor toda la nobleza del hombre:
iremos todos hasta nuestro extremo límite,
nos perderemos en la hora del don con la sonrisa
anónima y segura de una simiente en la noche de la
tierra

Juan L. Ortiz / El álamo y el viento

martes, 4 de noviembre de 2014


MI ALMA

Dominio tuyo, mi alma.
Dominio tuyo. ¡Y umbral
por donde cruzan los vientos
de un atribulado mar!
Tú bien quisieras que en ella
nunca osaran levantar
eco la buena palabra
ni el amargo sollozar...
Tú bien quisieras que a ella
nada pudiese llegar...
¡Sólo tu voz y la eterna
altivez de tu mirar!
–Oasis para tu rumbo,
para los otros, erial–
Tú bien quisieras. Lo pides.
¡Mas no lo puedes lograr!
Que mi alma, dominio tuyo,
erguida está frente a un mar
que estremecen sin descanso
los vientos del Bien y el Mal...
Por ella cruzan, tenaces,
–dulzura y perversidad–
el llanto de los humanos
y la inhumana crueldad.
En ráfagas implacables,
con desesperado afán,
llenándola con su grito,
por ella vienen y van
angustia, dolor, deseos,
como por abierto umbral...!
Dominio tuyo mi alma
que no puedes dominar...
¡Dominio tuyo que burlan
los vientos del Bien y el Mal!

Meira Delmar