domingo, 4 de diciembre de 2016


Vivir a esperar nada, 
a interrogar a besos, 
a noches bañadas en la sangre de las colinas y los
errores,
con esas mujeres opulentas y crueles, inasibles en
sus reinos ardientes, 
donde funden en su mirada el oro de las lágrimas y
el relámpago de los astros.
¡Oh, tanto verano,en acecho bajo el trapo negro de
los años!
Los exorcismos de la lejanía extraen del alma un
gran pájaro en llamas, 
el furor de esos días que despliegan sus velas y nos
lanzan desnudos a las avalanchas del corazón,
a los ídolos, al orgullo, al ocio,
al esplendor de tales desastres entre la algarabía de
seres y encuentros 
en los que cae como un incendio la simiente de las
antípodas.

Enrique Molina


Corrompidos por un resplandor de ríos y de grandes sorpresas 
hemos perdido 
para siempre la paciencia de las familias. 
Fuimos demasiado lejos. Libres y sin esperanza como despúes del veneno y del amor
nuestra fuerza es ahora una garra de sol
los labios mas infieles
y apenas nos reconocemos por esas extrañas costumbres
de tatuarnos el
alma con la corriente

Enrique Molina

Tomado de https://caminarporlaplaya.wordpress.com/

Vendrá un viento del sur 

Vendrá un viento del sur
a golpear en las puertas cerradas y en los vidrios
a golpear en los rostros de agrios gestos.

Vendrán alegres oleajes ruidosos
subiendo las veredas y calles silenciosas
por el barrio del puerto.

Que se lave la cara de la ciudad endurecida
sus piedras y maderas polvorientas, raídas
su corazón sombrío.

Que por lo menos haya asombro en las opacas
miradas taciturnas.
Y que muchos se asusten y los niños se rían
y el verdor de la luz del agua nos despierte
nos bañe, nos persiga.

Que nos de por correr y abrazarnos
que se abran las puertas de todas las casas
y salga la gente
por las escaleras, desde los balcones
llamándose…

Circe Maia

Tomado de https://caminarporlaplaya.wordpress.com/



Mariposas en la ciudad

El semáforo en rojo, los cartoneros con sus montañas pardas, los vendedores de la calle mezclan medias, jugos, celulares. Un muchacho duerme en algún umbral. La niña malabarista pone en órbita clavas de colores.

Sidonia se detiene entre la gente que va y viene. Lleva muchas flores bordadas en el vestido violeta. Una flor amarilla parece un girasol sobre su pecho. Vaya a saber qué manos, qué ojos, la bordaron en un pueblo de Méjico.

Sidonia mira al muchacho dormido y se pregunta qué dolores tendrá. De pronto aparece la mariposa color melón. Vuela, despistada, con borrachera de mariposa en la ciudad. Se posa sobre una flor amarilla que crece en un campo violeta.

Sidonia pone los brazos en círculo, para protegerla. Todo se detiene y silencia vaya a saber por cuánto tiempo. La mariposa liba, abre y cierra las alas.

Pasa una eternidad, una chispa de tiempo.

La mariposa remonta vuelo y todo vuelve a moverse.

Sidonia no vio a nadie que reparase en aquel suceso.

-Qué lindo vestido, madrecita -le dice una mujer boliviana, sin edad, desde sus calabazas.

Y Sidonia siente que la mira con ojos de haber visto las mismas cosas.

Laura Devetach

Extraído de Diablos y mariposas, Ediciones del Eclipse, 2005.


Tomado de  https://caminarporlaplaya.wordpress.com/



¿por qué grita esa mujer?
¿por qué grita esa mujer?
¿por qué grita?
¿por qué grita esa mujer?
andá a saber
esa mujer ¿por qué grita?
andá a saber
mirá que flores bonitas
¿por qué grita?
jacintos margaritas
¿por qué?
¿por qué qué?
¿por qué grita esa mujer?
¿y esa mujer?
¿y esa mujer?
vaya a saber
estará loca esa mujer
mirá mirá los espejitos
¿será por su corcel?
andá a saber
¿y dónde oíste
la palabra corcel?
es un secreto esa mujer
¿por qué grita?
mirá las margaritas
la mujer
espejitos
pajaritas
que no cantan
¿por qué grita?
que no vuelan
¿por qué grita?
que no estorban
la mujer
y esa mujer
¿y estaba loca mujer?
Ya no grita
(¿te acordás de esa mujer?)

 Susana Thénon

sábado, 3 de diciembre de 2016



La mañana ha aprendido
ornada con las cien abejas de la paciencia
a atar y desatar con un hilo azul,
el alborozo de los pájaros,
las albricias de la flor recién nacida,
la luz primera sobre los techos,
el olor de los diarios nuevos,
el humo de los hornos de las panaderías

Edith Vera



...¿Crees que el color
está en las cosas
o en la luz?
¿o en los ojos que miran
las cosas tocadas
por la luz?...
...Como gurí criado frente al río
siempe creí
que todas las cosas valiosas
son así como es el agua
difíciles de ver
casi imposibles de nombrar...

Ruth Kaufman

"La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
—ni siquiera palabras."
(...) "Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz.
Y despertamos."

Eugenio Montejo

viernes, 2 de diciembre de 2016


Sucio, mal vestido 

En el camino de los perros mi alma encontró 
a mi corazón. Destrozado, pero vivo, 
sucio, mal vestido y lleno de amor. 
En el camino de los perros, allí donde no quiere ir nadie. 
Un camino que sólo recorren los poetas 
cuando ya no les queda nada por hacer. 
¡Pero yo tenía tantas cosas que hacer todavía! 
Y sin embargo allí estaba: haciéndome matar 
por las hormigas rojas y también 
por las hormigas negras, recorriendo las aldeas 
vacías: el espanto que se elevaba 
hasta tocar las estrellas. 
Un chileno educado en México lo puede soportar todo, 
pensaba, pero no era verdad. 
Por las noches mi corazón lloraba. El río del ser, decían 
unos labios afiebrados que luego descubrí eran los míos, 
el río del ser, el río del ser, el éxtasis 
que se pliega en la ribera de estas aldeas abandonadas. 
Sumulistas y teólogos, adivinadores 
y salteadores de caminos emergieron 
como realidades acuáticas en medio de una realidad metálica. 
Sólo la fiebre y la poesía provocan visiones. 
Sólo el amor y la memoria. 
No estos caminos ni estas llanuras.
No estos laberintos.
Hasta que por fin mi alma encontró a mi corazón.
Estaba enfermo, es cierto, pero estaba vivo. 

Roberto Bolaño