sábado, 11 de febrero de 2017


VII

En el extraño sitio en que precisamente la perdición y el encuentro han ocurrido,
la hermosura de la vida es un hecho que no se puede ni se debe negar.

La hermosura de la vida,
por el milagro de vivir.
La hermosura de la vida,
que se da,
por el milagro de morir.

Fluye la vida, pasa y vuela, se retuerce en una interioridad inalcanzable.
En el aura de los seres que transitan, que se hace perceptible con un latido,
en el viento que vibra con el ir y venir de los seres,
en los decires, en los clamores, en los gritos, en el humo
–en las calles, con una luz en la paredes, unas veces, y otras veces, con una sombra.
En ese mirar las cosas, con que suelen mirar los animales;
en ese mirar del humano, con que el humano suele mirar el mirar del animal que mira las cosas.
En la hechura de la tela,
en el hierro que el hierro es hierro.
En la mesa,
en la casa.
En la orilla del río.
En la humedad del ambiente.
En el calor del verano, en el frio del invierno, en la luz de la primavera
–en un abrir y cerrar de ojos.
Rasgando en el horizonte o sepultándose en el abismo,
aparece y desaparece la verdadera vida.

(de Recorrer esta distancia)  

Jaime Sáenz

sábado, 4 de febrero de 2017


La noche está tranquila,
pero sería una buena noche
para bajar a los políticos,
los militares y la policía
del burro.
Hacer saltar todas las cerraduras
-sí, también las del cerebro,
las de las cárceles-.
Entrar en los bancos
y quemar allí mismo todo el dinero del mundo
-como hicieron los abuelos
en Vía Layetana,
hace años,
firmemente convencidos
de haber pasado página a la Historia-.
Reunirse después en la plaza
para abolir los pronombres posesivos.
A ver quién da más
y quién pide menos.
Romper todas las cadenas
-también las invisibles
y las de oro-.
Hacer del hambre
y los ojos tristes un recuerdo del pasado.
En fin,
no olvides
hermosas cosas por hacer
en una noche tranquila
como ésta.

Antonio Orihuela

miércoles, 1 de febrero de 2017


XV

¿Y el corazón del hombre?
¿Y el cerebro del hombre?
¿Sus luchas por amarse,
por amar?

¿Cómo creer que existe
otra cruz
que no sea los dos brazos
abiertos a la vida?

Ana Emilia Lahitte 


Se nos ha muerto un sueño

¡Carpintero! Haz un féretro pequeño
de madera olorosa,
se nos ha muerto un sueño,
algo que era entre el pájaro y la rosa.
Fue su vida exterior tan imprecisa
que sólo se lo vio cuando asomaba
al trémulo perfil de una sonrisa
o al tono de la voz que lo nombraba...
Mas qué te importa el nombre, carpintero,
era un sueño de amor. Tu mano clave
pronto las tablas olorosas, quiero
enterrar hondo el sueño flor y ave.
¡Al compás del martillo suena un canto!
"No vayas al campo santo,
porque los sueños de amor
No mueren. Se muda en llanto
su forma de ave y de flor"

Conrado Nalé Roxlo