domingo, 4 de agosto de 2019


La rebelión de las cosas

¿Escuchaste a las cosas hablar?
¿murmurarte su calma
cuando entrás a tu casa?
vasijas, libros, piedras recogidas
una muchedumbre por los estantes
te interpela.
¿Las escuchás rebelarse?
¿decirte de tu alteración
al manipularlas?
se vuelca la sartén
se derrama el aceite y pudo
haber sido
una catástrofe.
¿Escuchaste a las cosas hablar?
a veces incluso dar lecciones,
de termodinámica con la vibración
que las desliza,
con el calor
que las hace intratables,
o de astronomía
cuando una planta te indica
por su palidez el exceso
de luz, las entradas
del sol, según las épocas.
Maestras silenciosas del azar
y los cambios, en la repetición:
es julio y ya están abriendo
los pimpollos de jazmín.
Limpiaste de hojas el cantero
y sin buscarlo creció un helecho.
Un círculo de irregularidades
a cada instante te convoca;
verdadera academia
socrática de la convivencia.
Cada perla hallada, un mundo
completo y orgánico.
Cada día afinar
la escucha.

Alicia Genovese
(de La línea del desierto, Gog y Magog 2018)

Morí por la Belleza

Morí por la Belleza, pero apenas
pude acostumbrarme a mi tumba,
uno que murió por la Verdad
se instaló en el cuarto contiguo.
Me preguntó suavemente por qué caí.
«Por la Belleza», respondí.
«Yo por la Verdad, y ambas son una,
por lo que somos hermanos», dijo él.
Y así, como parientes reunidos en la noche,
Hablamos de un cuarto al otro
hasta que el musgo alcanzó nuestros labios
y cubrió nuestros nombres.

Emily Dickinson

martes, 30 de julio de 2019


Palpé mi vida con mis dos manos

para ver si estaba ahí -

sostuve mi espíritu en el vaso,

para probar si era más posible -



di vuelta mi ser vuelta y vuelta

y me detuve en cada corral

para preguntar el nombre del dueño -

dudando, de reconocer el sonido -



examiné mis facciones - arreglé mi pelo-

provoqué mis oyuelos, y esperé -

si ellos -brillaban de nuevo-

mi convicción podría, de mi-



me dije a mí misma, "ten coraje, amiga-

eso- fue un tiempo atrás -

pero podríamos aprender a amar el cielo,

como a nuestra vieja casa"


351, Emily Dickinson


XVIII

Y es la hiedra que trepa entre las grietas y echa gajos,
y es el picaflor que bebe la dulzura y alza el vuelo,
y es la hormiga que se alimenta de raíces y abre el camino,
y es la frente que se inclina y da contra la piedra,
y es la sangre la que hace polvo tanta grandeza,
tanta eternidad desmoronada hasta el absurdo.

¿Cómo es que tropezamos con nosotros mismos?

Alberto Szpunberg, en El síndrome Yessenin

lunes, 22 de julio de 2019


Pequeños problemas y trabajos prácticos


Explique y comente


El espacio

* Dado un muro, ¿qué pasa detrás?
* ¿Cuál es el camino más largo entre dos puntos?
* Dados dos puntos, A y B situados a igual distancia el uno del otro, ¿cómo hacer para desplazar a B sin que A lo advierta?
* Cuando usted habla del Infinito, ¿hasta cuántos kilómetros puede hacer sin cansarse?
*Prolongue una línea recta al infinito ¿qué encontrará al final?



El tiempo

* Dados dos viajeros, uno nacido en 1913 y el otro en 1890, ¿cómo harán para encontrarse en 1944?
* Medir en décimos de segundo el tiempo que se necesita para pronunciar la palabra “eternidad”.



El espacio y el tiempo

* Fije en su mente, antes de dormirse, dos puntos cualesquiera del espacio y calcule el tiempo que se necesita, durmiendo, para ir del uno al otro.
* Un aviador de veinte años de edad da la vuelta a la tierra con tanta rapidez, que “gana” tres horas por día. ¿Al cabo de cuanto tiempo habrá vuelto a la edad de tres años?



Problemas de álgebra con dos incógnitas

* Dado que va a ocurrir no sé qué ni cuándo, ¿qué providencias toma usted?
* Una bola de billar remonta un plano inclinado. Haga una averiguación.



La astronomía

* Una estrella fugaz cae en su mirada. ¿Qué hace usted?



Pequeña cosmogonía práctica

* Construya un mundo coherente a partir de Nada, sabiendo que: Yo = Tú y que Todo es Posible. Haga un dibujo.



La lógica

* Cuando usted “supone resuelto un problema”, ¿por qué continúa, pues, la demostración? ¿No sería mejor que se fuera a dormir?
* Encuentre en qué estriba el vicio de construcción del siguiente silogismo:

          Mortal era Sócrates
          Ahora bien, yo soy parisiense
          Luego, todos los pájaros cantan


El lenguaje

* Tome una palabra corriente. Póngala bien visible sobre una mesa y descríbala de frente, de perfil y de tres cuartos.
* Repita una palabra tantas veces como sean necesarias para volatilizarla, y analice el residuo.
* Encuentre un solo verbo para significar el acto que consiste en beber un vaso de vino blanco con un compañero borgoñón, en el café de Los Dos Chinos, a las seis de la tarde, un día de lluvia, hablando de la no-significación del mundo, sabiendo que acaba usted de encontrarse con su antiguo profesor de química y mientras cerca de usted una muchacha le dice a su amiga: “¡Sabes cómo hice que le viera la cara a Dios!”.



Las metáforas

* Dada una vieja cajita de madera que quiero destruir o arrojar a la basura, ¿tengo el derecho de decir que la mato, que la espulgo, que la cocino, que la como, que la digiero, o bien que la borro, que la tacho, que la condeno, la encarcelo, la destierro, la destituyo, la vaporizo, la extingo, la desuello, la embalsamo, la fundo, la electrocuto, la deshincho, la barro? Responda a cada una de estas preguntas.



La arqueología

* Regrese con el pensamiento a los tiempos antiguos. La municipalidad de Atenas pone la piedra fundamental de las ruinas del Partenón. Describa la ceremonia.



La geografía

* ¿En dónde desembocaría el Sena si su fuente estuviera en los Pirineos?
* Aplaste el relieve de Suiza y calcule la superficie así obtenida.



La personalidad

* Observe con atención su mano izquierda y diga a quién pertenece.
* Suponga que usted no es usted: encuentre un reemplazante.



La moral

* Un muchacho ha robado un anillo valioso para regalárselo a su novia. Ahora bien, a la chica no le gusta el anillo. Lo rechaza. ¿Qué debe hacer el muchacho?



La psicología

* ¿Cómo se representa usted la falta de pescado? Dibújelo.
* ¿Cómo hace usted para sorprender a los personajes indeseables que se deslizan entre sus pensamientos? Enumere diversos procedimientos.
* A fin de remontarse en sus recuerdos, aplique una escalera contra la pared, pero no empiece a subir sin haberse provisto de una cuerda, uno de cuyos extremos será sólidamente fijado al piso y el otro enrollado alrededor de su puño izquierdo. Por no haber tomado esta precaución, muchas personas nunca han vuelto.



La sinceridad

* Dado que usted me presenta un tarjeterito afirmándome que está vacío, si al abrirlo bruscamente me encuentro con un cocodrilo de gran tamaño, ¿quién ha mentido: usted o yo? Adivine lo que quiero decir.



Tareas de poesía

* Un barco ebrio cuenta sus recuerdos de viaje. Este barco es usted. Dígalo en la primera persona del singular.
* Un fauno cree advertir, después del almuerzo, unas ninfas. Quiere perpetuarlas. Este fauno es usted. Dígalo en la primera persona del singular.
* Un hombre visita el cementerio de su aldea, a orillas del Mediterráneo. Ve unas velas en el mar y las toma por palomas que picotean sobre un techo. Desarrolle esta alucinación. El visitante es usted. Dígalo en la primera persona del singular.
* Usted es El Tenebroso. Se ha quedado viudo y necesita que lo consuelen. Por otra parte, es usted príncipe de Aquitania y acaban de destruir su torre. Considera melancólicamente su suerte. Pide que le restituyan el Pausílipo y, de ser posible, el mar de Italia con una flor y un parral, que le gustan mucho. Haga lo que hiciere, dígalo siempre en la primera persona del singular.



Hablemos de Metafísica


Preguntas

* ¿Acaso el universo se le ofrece como un “peso”? ¿Un peso que usted lleva, que usted arrastra? O, por el contrario, ¿tiene usted la sensación de “flotar” sobre el mundo? Motive sus respuestas.
* ¿A qué hora y en qué circunstancias siente usted con claridad a su “yo”? ¿Tiene éste un olor? ¿Un sabor? ¿Un color? ¿Una forma? ¿Tiene un “rostro”? ¿Cuándo tiene usted la impresión de que se le escapa?
* ¿Le agradan los en-sí? ¿O prefiere los para-sí?
* Comúnmente suele decirse que “el tiempo es oro”. Haga el cálculo en dólares.
* ¿Cómo se representa usted al Ser? ¿Tiene plumas en los cabellos?
* ¿Es la Nada más sensible el domingo que los otros días? ¿Desea usted pasar en ella sus vacaciones?
* ¿La Esencia está mezclada con los objetos en forma de polvo? ¿O como un líquido? ¿O bien cómo raíces muy sutiles inmersas en el centro de las cosas?



en Un mot pour autre, 1951



Jean Tardieu


Las puertas del inanimado

"Tengo miedo de ver sangrar las entrañas del día
¡Oh sol no seas sensible como nosotros!
¡Oh tierra no sientas no hables permanece recogida
en tu opacidad, permanece sorda y sin conciencia!
¡Espacio no seas como una mujer que da a luz
que sufre que gime! Oh nube, pescado
que a cada instante cambia de forma mientras avanza
me gusta la ilusión de libertad que te das
pero me complace saber
que tu viaje es sin deseo
y estoy sereno por tu indiferencia.

He aquí mi sueño todo mezclado de sueños en vivo
yo soy la roca que sufre
la mesa como un buey ligada a su labor
árbol soy en el odio y el amor en pleno viento
siento veo me acuerdo
forzado de mis infiernos terrestres
intenté en vano reunir
los fragmentos enormes de un mundo que se dispersa
y mis manos eternamente moribundas
reman en el aire donde todo calla.

Escucha tu turno silencio del mundo inanimado
tu propia voz es la que habla en voz baja
la pesada puerta está a punto de caer
y yo pronto habré cambiado mi dolor
contra tu ceguera
habré llegado al gran sol
donde las tinieblas minerales
se consumen sin lamentarse. "

Jean Tardieu 

viernes, 28 de junio de 2019



El fruto es el resumen del árbol,
el pájaro es el resumen del aire,
la sangre es el resumen del hombre,
el ser es el resumen de la nada.

La metafísica del viento
se notifica de todos los resúmenes
y del túnel que excavan las palabras
por debajo de todos los resúmenes.

Porque la palabra no es el grito,
sino recibimiento o despedida.
La palabra es el resumen del silencio,
del silencio, que es resumen de todo.

Roberto Juarroz

viernes, 26 de abril de 2019


CELEBRAR LO QUE NO EXISTE…

Celebrar lo que no existe.
¿Hay otro camino para celebrar lo que existe?

Celebrar lo imposible.
¿Hay otro modo de celebrar lo posible?

Celebrar el silencio.
¿Hay otra manera de celebrar la palabra?

Celebrar la soledad.
¿Hay otra vía para celebrar el amor?

Celebrar el revés.
¿Hay otra forma de celebrar el derecho?

Celebrar lo que muere.
¿Hay otra senda para celebrar lo que vive?

El poema es siempre celebración
porque es siempre el extremo
de la intensidad de un pedazo del mundo,
su espalda de fervor restituido,
su puño de desenvarado entusiasmo,
su más justa pronunciación, la más firme,
como si estuviera floreciendo la voz.

El poema es siempre celebración,
aunque en sus bordes se refleje el infierno,
aunque el tiempo se crispe como un órgano herido,
aunque el funambulesco histrión que empuja las palabras
desbande sus volteretas y sus guiños.

Nada puede ocultar a lo infinito.
Su gesto es más amplio que la historia,
su paso es más largo que la vida.

Novena poesía vertical, 1986.

Roberto Juarroz

De "Cuarta Poesía Vertical"


¿Sobre qué lado se apoya más la ternura del hombre?
¿Sobre su pecho, siempre relativamente abierto?
¿Sobre su espalda, siempre relativamente abandonada?
¿Sobre su perfil, siempre relativamente ajeno?

¿Sobre qué lado lo sentirá más la tierra,
cuando cae para volver a levantarse
y cuando cae para que otros se levanten?
¿Será distinto ese lado para el tacto del polvo,
de la piedra o del barro para el desierto,
el campo de batalla o el jardín?

¿Sobre qué lado se lo olvida más fácil,
se lo mata más fácil,
se lo ama más fácil?

¿Sobre qué lado se abre el vuelo que llevamos,
el fruto que llevamos,
el cero que llevamos?

¿Sobre qué lado es el hombre posible para el hombre?

Roberto Juarroz

1

Una red de mirada
mantiene unido al mundo
no lo deja caerse.
Y aunque yo no sepa qué pasa con los ciegos,
mis ojos van a apoyarse en una espalda
que puede ser de dios.
Sin embargo,
ellos buscan otra red, otro hilo,
que anda cerrando ojos con un traje prestado
y descuelga una lluvia ya sin suelo ni cielo.
Mis ojos buscan eso
que nos hace sacarnos los zapat
para ver si hay algo más sosteniéndonos debajo
o inventar un pájaro
para averiguar si existe el aire
o crear un mundo
para saber si hay dios
o ponernos el sombrero
para comprobar que existimos.

Roberto Juarroz

Bajo una pequeña estrella

Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad.
Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado por alto a cada segundo.


Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.

Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada, por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.

Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos, cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica porque yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas y que me esfuerce
después para que parezcan ligeras.

 Wislawa Szymborska

CONVERSACIÓN CON UNA PIEDRA

Llamo a la puerta de una piedra.
-Soy yo, déjame entrar.
Quiero penetrar en tu interior,
echar un vistazo,
respirarte.

-Vete -dice la piedra-.
Estoy herméticamente cerrada.
Incluso hecha añicos,
sería añicos cerrados.
Incluso hecha polvo,
sería polvo cerrado.

Llamo a la puerta de una piedra.
-Soy yo, déjame entrar.
Vengo por mera curiosidad.
Sólo la vida permite satisfacerla.
Quisiera pasearme por tu palacio,
y luego visitar una hoja y una gota de agua.
No me queda mucho tiempo.
Mi mortalidad debería ablandarte.

-Soy de piedra –dice la piedra-
Imposible perturbar mi seriedad.
Vete,
no tengo músculos risorios.
Llamo a la puerta de una piedra.
Soy yo, déjame entrar.
Me han dicho que encierras salas enormes y vacías,
nunca vistas y bellas en vano,
mudas, donde nunca han retumbado los pasos de nadie.
Confiésalo: ni tú misma lo sabías.

-Salas enormes y vacías –dice la piedra-.
Pero no hay espacio disponible.
Bellas, quizá, pero no para el gusto
de tus limitados sentidos.
Puedes verme pero nunca catarme.
Mi superficie te da la cara,
pero mi interior te vuelve la espalda.

Llamo a la puerta de una piedra.
-Soy yo, déjame entrar.
En ti no busco refugio para la eternidad.
No soy desdichado.
Ni carezco de techo.
Mi mundo merece el regreso.
Quiero entrar y salir con las manos vacías.
La prueba de haber estado en ti
se limitará a mis palabras
en las que nadie creerá.

-No entrarás –dice la piedra-.
Te falta el sentido de la participación.
Y no existe otro sentido que pueda sustituirlo.
Incluso la vista omnividente
te resultará inútil si eres incapaz de participar.
No entrarás; ese sentido, en ti, es sólo deseo,
mero intento, vaga fantasía.

Llamo a la puerta de una piedra.
-Soy yo, déjame entrar.
No puedo esperar mil siglos
para entrar en tus paredes.

-Si no crees en mis palabras –dice la piedra-,
acude a la hoja, que te dirá lo mismo que yo,
o a la gota de agua, que te dirá lo mismo que la hoja.
Pregunta también a un cabello de tu cabeza.
Estoy a punto de reír a carcajadas,
de reír como mi naturaleza me impide reír.

Llamo a la puerta de una piedra.
-Soy yo, déjame entrar.

-No tengo puerta –dice la piedra.


Wislawa Szymborska

lunes, 1 de abril de 2019


RITMO DE OTOÑO (Libro de Poemas, 1921)

1920
A Manuel Ángeles


Amargura dorada en el paisaje.
El corazón escucha.

En la tristeza húmeda el viento dijo:
Yo soy todo de estrellas derretidas,
sangre del infinito.
Con mi roce descubro los colores
de los fondos dormidos.
Voy herido de místicas miradas,
yo llevo los suspiros
en burbujas de sangre invisibles
hacia el sereno triunfo
del amor inmortal lleno de Noche.

Me conocen los niños,
y me cuajo en tristezas.
Sobre cuentos de reinas y castillos,
soy copa de luz. Soy incensario
de cantos desprendidos
que cayeron envueltos en azules
transparencias de ritmo.
En mi alma perdiéronse solemnes
carne y alma de Cristo,
y finjo la tristeza de la tarde
melancólico y frío.
El bosque innumerable.

Llevo las carabelas de los sueños
a lo desconocido.
Y tengo la amargura solitaria
de no saber mi fin ni mi destino.

Las palabras del viento eran suaves
con hondura de lirios.
Mi corazón durmiose en la tristeza
del crepúsculo.

Sobre la parda tierra de la estepa
los gusanos dijeron sus delirios.

Soportamos tristezas
al borde del camino.
Sabemos de las flores de los bosques,
del canto monocorde de los grillos,
de la lira sin cuerdas que pulsamos,
del oculto sendero que seguimos.
Nuestro ideal no llega a las estrellas,
es sereno, sencillo:
quisiéramos hacer miel, como abejas,
o tener dulce voz o fuerte grito,
o fácil caminar sobre las hierbas,
o senos donde mamen nuestros hijos.

Dichosos los que nacen mariposas
o tienen luz de luna en su vestido.
¡Dichosos los que cortan la rosa
y recogen el trigo!
¡Dichosos los que dudan de la muerte
teniendo Paraíso,
y el aire que recorre lo que quiere
seguro de infinito!
Dichosos los gloriosos y los fuertes,
los que jamás fueron compadecidos,
los que bendijo y sonrió triunfante
el hermano Francisco.
Pasamos mucha pena
cruzando los caminos.
Quisiéramos saber lo que nos hablan
los álamos del río.

Y en la muda tristeza de la tarde
respondioles el polvo del camino:
Dichosos, ¡oh gusanos!, que tenéis
justa conciencia de vosotros mismos,
y formas y pasiones,
y hogares encendidos.
Yo en el sol me disuelvo
siguiendo al peregrino,
y cuando pienso ya en la luz quedarme,
caigo al suelo dormido.

Los gusanos lloraron, y los árboles,
moviendo sus cabezas pensativos,
dijeron: El azul es imposible.
Creíamos alcanzarlo cuando niños,
y quisiéramos ser como las águilas
ahora que estamos por el rayo heridos.
De las águilas es todo el azul.
Y el águila a lo lejos:
¡No, no es mío!
Porque el azul lo tienen las estrellas
entre sus claros brillos.
Las estrellas: Tampoco lo tenemos:
está entre nosotras escondido.
Y la negra distancia: El azul
lo tiene la esperanza en su recinto.
Y la esperanza dice quedamente
desde el reino sombrío:
Vosotros me inventasteis corazones,
Y el corazón:
¡Dios mío!

El otoño ha dejado ya sin hojas
los álamos del río.

El agua ha adormecido en plata vieja
al polvo del camino.
Los gusanos se hunden soñolientos
en sus hogares fríos.
El águila se pierde en la montaña;
el viento dice: Soy eterno ritmo.
Se oyen las nanas a las cunas pobres,
y el llanto del rebaño en el aprisco.

La mojada tristeza del paisaje
enseña como un lirio
las arrugas severas que dejaron
los ojos pensadores de los siglos.

Y mientras que descansan las estrellas
sobre el azul dormido,
mi corazón ve su ideal lejano
y pregunta:
¡Dios mío!
Pero, Dios mío, ¿a quién?
¿Quién es Dios mío?
¿Por qué nuestra esperanza se adormece
y sentimos el fracaso lírico
y los ojos se cierran comprendiendo
todo el azul?

Sobre el paisaje viejo y el hogar humeante
quiero lanzar mi grito,
sollozando de mí como el gusano
deplora su destino.
Pidiendo lo del hombre, Amor inmenso
y azul como los álamos del río.
Azul de corazones y de fuerza,
el azul de mí mismo,
que me ponga en las manos la gran llave
que fuerce al infinito.
Sin terror y sin miedo ante la muerte,
escarchado de amor y de lirismo,
aunque me hiera el rayo como al árbol
y me quede sin hojas y sin grito.

Ahora tengo en la frente rosas blancas
y la copa rebosando vino.

Federico García Lorca


jueves, 28 de marzo de 2019



Principios de febrero

No.
El hermoso verano
no ha terminado aún.
Nos queda un mes para estarse en los patios
y descalzarnos
mientras charlamos
de esto y aquello
sin ton ni son.
Todavía habrá hombres de brazos tostados
en las calles
de la ciudad envuelta por la noche
brotada toda
como un lazo de amor.

No.
No me sostengas que no voy a caerme.
Sólo se caen las estrellas fugaces
y yo -te dije-
quiero permanecer.

Un hombre es bueno para una noche.
Cuando amanece es un reflejo dorado
sobre la cama donde se toma café.
Y es agradable el olor que deja.
Dura todo un día.
Pero no toda la vida.

Luego hay que descansar.
El libro de Kavafis y el de Pavese
sobre la mesa de luz.
Hay que aminorar la marcha.
Sentarse un rato a solas
en el sillón del patio.
Mujeres: tendríamos
que aprender de los gatos.
¡Cómo agradecen el tazón
que rebosa de leche!

Falta para el otoño.
Que nos encuentre intactas.
Sin habernos negado
a estas pasiones
que cada tanto
asaltan.

Estela Figueroa 

miércoles, 20 de marzo de 2019


Elegía a Ramón Sijé

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se 
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, 
a quien tanto quería)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Miguel Hernández


Madre: es tu desamparada criatura quien te llama,
quien derriba la noche con un grito y la tira a tus pies como un telón caído
para que no te quedes allí, del otro lado

Madre: tampoco yo te veo,
porque ahora te cubren las sombras congeladas del menor tiempo y la mayor distancia,
y yo no sé buscarte,
acaso porque no supe aprender a perderte.

Pero aquí estoy, sobre mi pedestal partido por el rayo,
vuelta estatua de arena,
puñado de cenizas para que tú me inscribas la señal,
los signos con que habremos de volver a entendernos.

Madre, madre, ¿quién separa tu sangre de la mía?,
¿qué es eso que se rompe como una cuerda tensa golpeando las entrañas?

¿Quién me oirá si no me oyes?

Entonces, ¿dónde estás?, ¿quién te impide venir?

Yo sé que si pudieras acariciarías mi cabeza de huérfana

Y aunque cumplas la terrible condena de no poder estar cuando te llamo,
sin duda en algún lado organizas de nuevo la familia,
o me ordenas las sombras,
o cortas esos ramos de escarcha que bordan tu regazo para dejarlos a mi lado cualquier día,
o tratas de coser con un hilo infinito la gran lastimadura de mi corazón.

Olga Orozco, Eclipses y Fulgores (1998)