miércoles, 30 de enero de 2019


Los ríos 

Me apoyo en este árbol mutilado
abandonado en esta hondonada
que tiene la languidez
de un circo
antes o después del espectáculo
y miro
el paisaje quieto
de las nubes sobre la luna

Esta mañana me he tendido
en una urna de agua
y como una reliquia
he reposado

El río Isonzo fluyendo
me pulía
como a una de sus piedras

He alzado
mis cuatro huesos
y me fui
como un acróbata
sobre el agua

Me he arrodillado
Junto a mis ropas
sucias de guerra
y como un beduino
Me he inclinado a recibir
el sol

Este es el Isonzo
donde mejor
me he reconocido
una dócil fibra
del universo

Mi suplicio
es cuando
no me creo en armonía

Pero aquellas ocultas
Manos
que me amasan
me regalan
la rara
felicidad

He repasado
las épocas
de mi vida

Estos son
mis ríos

Este es el Serchio
al cual están unidos
dos mil años casi
de mi gente campesina
y mi padre y mi madre

Este es el Nilo
que me ha visto
nacer y crecer
y arder de inconsciencia
en las extensas llanuras

Este es el Sena
y en su turbulencia
me he mezclado
y me he conocido

Estos son mis ríos
reunidos en el Isonzo

Esta es mi nostalgia
que en cada uno
me vislumbra
ahora que es de noche
que mi vida me parece
una corola
de tinieblas

Giuseppe Ungaretti

Mar

Palaa se derrama en mi llanto… en la orilla de los vivos.
Así despido a mi abuela acompañante,
que ha dejado sus huesos cerca de las olas.
Ahora me preparo para recibirla en los sueños.

Vito Apüshana

Mujeres-aves

En una tarde ocurrió que vi correr a dos alcaravanes. Pasaron
veloces por mi enramada, cantando:
Leu, leu leu, ma. Leu, leu leu, ma.
Había luna subiendo sobre el rojo descanso del sol… y los vi
perderse por el camino que va hacia el jagüey de Mariirop.
Entrada la noche sucedió un sueño en mí… lleno de mujeresaves:
estaba jierü-witush, la mujer-azulejo, tejiendo con todos
los colores del tiempo; jierü-wawaachi, la mujer-tórtola,
llamaba a sus hijos:
«¡Traigan la vida aquí!»
«¡Traigan la vida aquí!»
Jierü-shotii, la mujer-lechuza, acechaba desde el fuego de sus ojos
al hombre deseado; jierü-chünü’ü, la mujer-colibrí, renovaba
las flores de los sueños olvidados… y muchas aves y muchas
mujeres; jierü-kaarai, la mujer-alcaraván, allá, henchida de
presagios en cada latido de su corazón; jierü-wulu’ui, la mujerturpial,
repartía el agua fresca de la risa; jierü-iisho, la mujercardenal,
sostenía el entorno en sus alas rojicenizas.
Al despertar, le conté el sueño a mi madre… y sonrió sin
mirarme: «¡Aaa, ella es una wainpirai!»… una mujer-sinsonte.
Y a partir de entonces he venido descubriendo las plumas
ocultas de las mujeres que nos abrigan.

Vito Apüshana


En las hondonadas maternas de la piel
Acurrucados en la mujer florecemos mundo…
Florecemos aliento entre la claridad y el misterio.

Vito Apüshana


lunes, 14 de enero de 2019


Quechua es mi corazón

Tengo en mi cuerpo
el canto de pájaros anunciando la lluvia, el pozo de agua en la chagra
y el hombre que pasa acariciando neblina.

Quechua es mi corazón

porque ayer la noche me llamaba, porque hoy el gris del cielo me pregunta, porque mañana seguiré cantando
sobre las cenizas.

Quechua es el viento que desparramó los hilos del tejido
en la noche misteriosa de velas y mecheros.

Quechua es el silencio de mujer
mientras piensa en la ausencia de su amado a la orilla de la tullpa... a la orilla de la tierra a la orilla de un camino.

Quechua es el rocío de la mañana y la voz de nuestros muertos.

Quechua es el corazón
que se agita entre flautas y tambores en el relincho del tiempo milenario con olor a kiñiwa y maíz tostado, donde aún decimos: nuestras manos, nuestros cuerpos, nuestra voz, nuestra música, nuestra resistencia.

Quechua es la tierra madre a quien pertenecemos,
la que abriga la placenta y nos pare al mundo,
en una minga de lucha y lunas permanentes.

Fredy Chikangana


espíritu de pájaro

Estos son cantos a la Madre Tierra en tono mayor, son susurros que vienen de bosques lejanos,
aquellas palabras esquivas que buscan ser gota en el corazón humano. Son tonos suaves, como si dijéramos:
«Vamos en silencio por los caminos húmedos de la vida,
la hierba de la esperanza nos saluda entre la noche y sus sombras, nuestras huellas se abrazan a la tierra y el granizo canta
entre las hojas del árbol.
Somos el fuego de estrellas que se desprenden de la bóveda azul anunciando el nuevo tiempo,
aquí estamos tejiendo el círculo de la mariposa amarilla, sembrando agua en los lugares desiertos,
en fin, somos espíritu de pájaro
en pozos del ensueño».

Fredy Chikangana


puñado de tierra

Me entregaron un puñado de tierra para que ahí viviera.
«Toma, lombriz de tierra», me dijeron,
«Ahí cultivarás, ahí criarás a tus hijos, ahí masticarás tu bendito maíz».
Entonces tomé ese puñado de tierra, lo cerqué de piedras para que el agua no me lo desvaneciera,
lo guardé en el cuenco de mi mano, lo calenté, lo acaricie y empecé a labrarlo…
Todos los días le cantaba a ese puñado de tierra; entonces vino la hormiga, el grillo, el pájaro de la noche, la serpiente de los pajonales,
y ellos quisieron servirse de ese puñado de tierra.
Quité el cerco y a cada uno le di su parte.
Me quedé nuevamente solo
con el cuenco de mi mano vacío;
cerré entonces la mano, la hice puño y decidí pelear por aquello que otros nos arrebataron.

Fredy Chikangana