domingo, 10 de diciembre de 2017


YO MONSTRUO MIO

…Yo, pobre mortal,
equidistante de todo
yo D.N.I: 20.598.061
yo primer hijo de la madre que después fui
yo vieja alumna
de esta escuela de los suplicios

Amazona de mi deseo
Yo, perra en celo de mi sueño rojo

Yo, reinvindico mi derecho a ser un monstruo
ni varón ni mujer
ni XXI ni H2o

yo monstruo de mi deseo
carne de cada una de mis pinceladas
lienzo azul de mi cuerpo
pintora de mi andar
no quiero más títulos que cargar
no quiero más cargos ni casilleros a donde encajar
ni el nombre justo que me reserve ninguna Ciencia

Yo mariposa ajena a la modernidad
a la posmodernidad
a la normalidad
Oblicua
Vizca
Silvestre
Artesanal

Poeta de la barbarie
con el humus de mi cantar
con el arco iris de mi cantar
con mi aleteo:

Reinvindico: mi derecho a ser un monstruo
que otros sean lo Normal
El Vaticano normal
El Credo en dios y la virgísima Normal
y los pastores y los rebaños de lo Normal
el Honorable Congreso de las leyes de lo Normal
el viejo Larrouse de lo Normal

Yo solo llevo la prendas de mis cerillas
el rostro de mi mirar
el tacto de lo escuchado y el gesto avispa del besar
y tendré una teta obscena de la luna mas perra en mi cintura
y el pene erecto de las guarritas alondras
y 7 lunares
77 lunares
qué digo: 777 lunares de mi endiablada señal de Crear

mi bella monstruosidad
mi ejercicio de inventora
de ramera de las torcazas
mi ser yo entre tanto parecido
entre tanto domesticado
entre tanto metido “de los pelos” en algo
otro nuevo título que cargar
baño: de ¿Damas? o ¿Caballeros?
o nuevos rincones para inventar

Yo: trans…pirada
mojada nauseabunda germen de la aurora encantada
la que no pide más permiso
y está rabiosa de luces mayas
luces épicas
luces parias
Menstruales Marlenes bizarras
sin Biblias
sin tablas
sin geografías
sin nada
solo mi derecho vital a ser un monstruo
o como me llame
o como me salga
como me pueda el deseo y la fuckin ganas

mi derecho a explorarme
a reinventarme
hacer de mi mutar mi noble ejercicio
veranearme otoñarme invernarme:
las hormonas
las ideas
las cachas
y todo el alma!!!!!!… amén.

Susy Shock

de "Poemario Trans Pirado"




LOS PROVERBIOS 

Donde ponga los pies el crisantemo 
no crecerá el puñal.

El aire que batan las alas de los ángeles 
será veneno para los tenientes. 

La huella del venado en la orilla del río 
desangrará las rodillas del contrabandista. 

La rosa ciega a los campeones de tiro

Roque Dalton

lunes, 27 de noviembre de 2017


A QUEMARROPA

Escarbando en los sentidos
me encuentro
para recordar donde la he perdido
si por años la llevé a cuestas
y tenía un lugar sagrado
donde venero a mis antiguos.
He buscado en la risa
y una lágrima tatuada
amaneció en mi mejilla.
En misterio se ha convertido esta búsqueda
de escarbar en los sentido.
Será de mala suerte
la alimaña atravesada en tu camino.
Afino la memoria
el recuerdo se ilumina.
A quemarropa
el invasor la mató en mi pueblo
pero yo había encontrado una semilla.
Y en tu historia
sembré la confianza.
La que una noche
el filo de la traición
arrasó con mi bosque en flor.
Ahora estoy
de rodilla ante mis muertos.
Y la duda:              
Una fiera 
a punto de atacar la razón.

Graciela Huinao

A orillas del fogón por Elicura Chihuailaf

A orillas del fogón (en su memoria)
los abuelos mueven los tristes labios 
del invierno
y nos recuerdan a nuestros muertos y 
desaparecidos 
y nos enseñan a entender el lenguaje 
de los pájaros 
Nos dicen: Todos somos hijos de la misma 
Tierra, de la misma agua … 
… 
Sentado en las rodillas de mi abuela oí 
las primeras historias de árboles 
y piedras que dialogan entre sí, con los 
animales y con la gente 
Nada más me decía, hay que aprender 
a interpretar sus signos 
y a percibir sus sonidos que suelen esconderse 
en el viento. 
… 
También con mi abuelo compartimos muchas 
noches a la intemperie 
Largos silencios, largos relatos que nos 
hablaban del origen de la gente nuestra 
del primer espíritu mapuche arrojado desde 
/el Azul 
De las almas que colgaban en el infinito 
como estrellas 
Nos enseñaba los caminos del cielo, sus ríos 
/sus señales.

C A L I B R E 2.568

Me disparan desde la moneda

Con una bala de calibre 2.568

Me disparan por tierra

Por papeles y lápiz

Letra por letra me disparan

Porque soy Poesía – Madre Naciente

En la resistencia

Por que soy canción celeste del universo

Porque mis hijos se levantan

Enfurecidos y sonrientes

En las comunidades

Asumen la emigración

En las ciudades

Buscándome

Dentro de las urbes nocturnas

Confusas

Entre ladrido de perros

Sirenas, disparos

Bombas lacrimógenas.

Porque soy mapuche – pueblo

No me mataran por decretos

Ni con balas de calibres recién inventado

Podrán herirme cercarme con estacas y alambres púas

Arrancarme de raíz los árboles.

Pero no entenderán

Cuando suene El kullkull, la xuxuka

Recuperaré la sangre

De mis óvulos florecientes

Seguiré procreando hijos indomables

Para defenderme

Porque soy Madre – Padre, fuerza de la tierra

No acallarán las voces de mis hijas

Femeninas y maternales

Proclamándome

Desde el vientre del tiempo

Desde la prisión

Renaceré como fuego encendido

Bajaré de los volcanes

Armada de canciones y palabras nuevas

Porque en quinientos años

Nunca han podido dispararme en la boca...

Maria T. Panchillo



SOBRE LA POESÍA

habría un par de cosas que decir/
que nadie la lee mucho/
que esos nadie son pocos/
que todo el mundo está con el asunto de la crisis mundial/ y
con el asunto de comer cada día/se trata
de un asunto importante/recuerdo
cuando murió de hambre el tío juan/
decía que ni se acordaba de comer y que no había problema/
pero el problema fue después/
no había plata para el cajón/
y cuando finalmente pasó el camión municipal a llevárselo
el tío juan parecía un pajarito/
los de la municipalidad lo miraron con desprecio o desdén/
murmuraban
que siempre los están molestando/
que ellos eran hombres y enterraban hombres/y no
pajaritos como el tío juan/especialmente
porque el tío estuvo cantando pío-pío todo el viaje
hasta el crematorio municipal/
y a ellos les pareció un irrespeto y estaban muy ofendidos/
y cuando le daban un palmetazo para que se callara la boca/
el pío-pío volaba por la cabina del camión y ellos sentían que
les hacía pío-pío en la cabeza/el
tío juan era así/le gustaba cantar/
y no veía por qué la muerte era motivo para no cantar/
entró al horno cantando pío-pío/salieron sus cenizas y piaron un rato/
y los compañeros municipales se miraron los zapatos grises de vergüenza/pero
volviendo a la poesía/
los poetas ahora la pasan bastante mal/
nadie los lee mucho/esos nadie son pocos/
el oficio perdió prestigio/para un poeta es cada día más difícil
conseguir el amor de una muchacha/
ser candidato a presidente/que algún almacenero le fíe/
que un guerrero haga hazañas para que él las cante/
que un rey le pague cada verso con tres monedas de oro/
y nadie sabe si eso ocurre porque se terminaron
las muchachas/los almaceneros/los guerreros/los reyes/
o simplemente los poetas/
o pasaron las dos cosas y es inútil
romperse la cabeza pensando en la cuestión/
lo lindo es saber que uno puede cantar pío-pío
en las más raras circunstancias/
tío juan después de muerto/yo ahora
para que me quierás/

Juan Gelman




domingo, 29 de octubre de 2017


UN PERISCOPIO INVERTIDO (o la memoria, una llave enterrada)
Subcomandante Marcos

“Cuentan que los más primeros dioses, los que nacieron el mundo, tenían muy mala memoria y rápido se olvidaban de lo que hacían o decían. Unos dicen que era porque los más grandes dioses no tenían por qué acordarse de nada, porque ellos ya eran desde cuando el tiempo no tenía tiempo, o sea que no hubo nada antes de ellos y si no hubo nada antes entonces no había de qué tener memoria. Quién sabe, pero el caso era que todo lo olvidaban. Este mal lo heredaron a todos los gobernantes que en el mundo son y han sido. Pero los dioses más grandes, los más primeros, supieron que la memoria era la llave del futuro y que había que cuidarla como se cuida la tierra, la casa y la historia. Así que, como antídoto para su amnesia, los más primeros dioses, los que nacieron el mundo, hicieron una copia de todo lo que habían hecho y de todo lo que sabían. Esa copia la escondieron bajo el suelo de modo que no se confundiera con lo que había sobre la superficie. Así que debajo del suelo del mundo hay otro mundo idéntico al de acá arriba, con una historia paralela a la de la superficie. El mundo primero está bajo la tierra.”
Le pregunté al Viejo Antonio si es que el mundo subterráneo era una copia idéntica a la del mundo que conocemos.
“Fue”, me respondió el Viejo Antonio, “ya no”. Y es que -explicó- el mundo de afuera se fue desordenando y desacomodando al paso del tiempo. “Cuando los más primeros dioses se fueron, nadie de los gobiernos se acordó de mirar abajo para ir arreglando lo que se iba desacomodando. Así que cada nueva generación de jefes pensó que el mundo que le tocaba así era de por sí y que no era posible otro mundo. Así que lo que está abajo de la tierra es igual a lo que está arriba, pero es en forma distinta”.
Dijo el Viejo Antonio que por eso es costumbre de los hombres y mujeres verdaderos el enterrar el ombligo del recién nacido. Lo hacen para que el nuevo ser humano eche un vistazo a la historia verdadera del mundo y sepa luchar para acomodarlo de nuevo como debe ser.
Así que allá abajo no sólo está el mundo, sino que está la posibilidad de un mundo mejor.
-¿Y estamos también los dos? -pregunta la mar somnolienta.
-Sí, y juntos -le respondo.
-No te creo -dice la mar, pero con discreción gira sobre su costado y se asoma por un huequito que una piedrita dejó en el suelo.
– Deveras -le insisto- si tuviéramos un periscopio podríamos asomamos.
-¿Un periscopio? -murmura.
-Sí -le digo- un periscopio, un periscopio invertido…



miércoles, 18 de octubre de 2017


Árboles 

Algunos árboles que ya no tengo

me regresan en sueños:

el sauce llorón de mi infancia,

la línea oscura de ligustros,

las casuarinas y su aullido,

un limonero escala al techo,

una higuera que vio a mi madre crecer

y al sol de la siesta me oyó

conversar con mi abuela,

pesadas hojas que oigo caer desde el gomero.

Son tan nítidos,

como si los tocase tras andar un atajo

que avergonzara al tiempo.

A veces creo que de ellos algo

creció en mí,

que soy la suma de mis árboles.

 

Roberto Malatesta, en La estrella roja

Los nísperos

El comercio no puede con los nísperos,

desde que son arrancados de la planta

hasta ser colocados en el mercado

se echan a perder. Los nísperos

frutos sin precio, reacios a las balanzas,

los he visto crecer en patios

con muros de rojos ladrillos

y verdes de un medicinal silencio

Plantar nísperos, observar su crecimiento,

probar sus frutos es un arte remoto

como vivir a orillas de un río

vivir un poco fuera del tiempo, o contemplar

las hojas a la hora de la puesta del sol.


Roberto Malatesta

lunes, 7 de agosto de 2017


EL POEMA que viene
sin buscarlo
va tan lejos
como puede
el poema que salta
de la ranura instantánea
a la palabra
sólo persiste
si hay un rostro
si una luz semejante
cobija la voz
no importa dónde
Entonces cruza el frío
la noche
cruza el desierto
avanza
besa silente
la raíz oculta
y allí
construye para siempre
su morada

Hugo Gola

EL REGRESO

Regresarán follajes y entrecruzar de ramas,
el complejo rumor de los árboles, los múltiples,
salpicados, cambiantes colores de las hojas.

Volverán a su única semilla
a su primera vez, a su germen oscuro
donde un día dormían.

Y juntos, sin saberse ni verse, sin el ansia
por salir a la luz desde allá abajo
como ahora se esfuerzan en los espesos montes
alzándose y luchando.

Regresará aquel rojo de pétalo encendido
aquel verdor de luz, de dorada alegría
aquella flor veteada y de irisar rizado

todo aquel amarillo llovido sobre el campo
cuando abril se caía en gotas amarillas
sobre un lado del cerro.

Todos regresarán a su hueco de sombra
al centro oscuro y simple donde estuvieron juntos
donde una vez durmieron.

Circe Maia

Geología

¿Quién mira los retratos?
¿Acaso existen esos retratos
sin alguien que los mire?
En los estantes de la biblioteca,
en cada hueco de pared,
sobre mesitas cubiertas de libros,
asoman los pequeños que fueron,
desnudos y azorados
y en sus miradas
rescatamos a esos hombres y mujeres
de ahora,
que a veces pasan
con sus calvicies o su intolerancia.
Entonces vivían la infancia:
el niño lloraba
cuando subía al primer tren,
las niñas del monopatín
tenían grandes moños de cinta
en su pelo
y unos trajes de marinero,
orgullo de su madre.
En los nietos se rastreaba el parecido con aquella tía
que quedó en Europa
o se suicidó frente al espejo.
O con el abuelo anarquista
de enigmática sonrisa.
En los cuartos vacíos de la casa
las fotografías sobreviven.
Nadie las mira ya.
No hay ocasiones
de entrar en los recintos sagrados,
dormitorios sin sexo,
comedores desiertos.
Quién va a preguntarse:
¿fui yo así en otros años?
Ya no hay miradas.
No hay más que ojos inmóviles
y sonrisas detrás de los vidrios
y, sin duda, unos trajes prolijos
que pasaron de moda.

Camino hecho, 1991. Emma Barrandeguy

martes, 25 de julio de 2017


Si has perdido tu nombre,
recobraremos la puntada de las calles
más solas
para llamarte sin nombrarte.

Si has perdido tu casa,
despistaremos a los guardianes de la
cárcel
hasta dejarlos con su sombra y sin sus
muros.

Si has perdido el amor,
publicaremos un gran bando de palomas
desnudas
para atrasar la vida y darte tiempo.

Si has perdido tus límites,
recorreremos el cruento laberinto
hasta alzar otra forma desde el fondo.

Si has perdido tus ecos o tu origen,
los buscaremos, pero hacia adelante,
en el templo final de los orígenes.

Solamente si has perdido tu pérdida,
cortaremos un hilo
para empezar de nuevo.

Roberto Juarroz

miércoles, 19 de julio de 2017


Poco, muy poco, sé de lo que enseña
el Gran Libro del Mundo, ese texto infinito
cuyas palabras son las criaturas
de la tierra y el aire,
de la piedra y el agua.

Porque ellas dicen. Todas ellas dicen,
y nosotros tenemos que aprender con paciencia
a escuchar esas voces,
las que quizás un niño comprenda de inmediato,
o algunos hombres y mujeres logran
alcanzar y conservan cerca del corazón.

Debemos transitar esa senda olvidada,
y con tacto sutil
ir descubriendo
la propia sintonía con cada ser, o con cada
presencia: nube o pájaro,
manantial o racimo, mariposa o muchacha.

Me gusta ver amanecer. Cultivo
la amistad del lucero,
y en el limpio silencio que precede a la aurora
-si el ángel es propicio.,
suelo oír
ciertas voces...

Algunas llegan lerdas, desde tanta lejura como abarca el recuerdo,
y otras vienen del patio o de las calles
todavía en penumbras,
diciendo simplemente algo que no es tan simple:
"aquí estoy, aquí soy, aquí perduro",
y el alma las acoge como el surco recibe a la semilla.

Azar o recompensa,
quién sabe de qué germen brotará,
conforme hagan su oficio
el sol, la lluvia, la matriz gredosa
de los valles del Sur, el libre viento sagrado de la vida. 


Edgar Morisoli

martes, 18 de julio de 2017


Que esta casa se llene con olores de la cocina
y con sombras y juguetes y nidos de ratones
y rugidos de furia y cascadas de lágrimas
y hondos silencios sexuales y sonidos
de origen misterioso nunca explicados
y tesoros y regalos y miles de desechos
y un flujo como un viento cálido pero más lento
soplando las hojas de los árboles y libros y años
de pez de la vida de un niño revoloteando plateados
rápido, rápido en la lenta ráfaga incesante
que ondula las cortinas un momento
todos esos años desde ahora, hacia atrás.
Que puedan los umbrales y los marcos bendecidos
bendecir a cada paso.
Que puedan los techos pero no los cuartos conocer la lluvia.
Que las ventanas conozcan claramente
la rama y la flor del manzano.
Y que podáis estar en casa
como la música está en el instrumento.

Ursula Le Guin (traducción de Diana Bellessi)


Los niños tienen el más antiguo
conocimiento de la sangre.
Pueden hacer una flor con sus sentidos
y diagramar un sueño
cuando nosotros diagramamos la mentira.

Juegan a la verdad como quien juega con el fuego,
sólo que ellos no se queman las manos
y andan desocupados de la muerte
de tan ocupados que andan por hacer la vida.

A veces se distraen, pierden el tiempo,
se aventuran por caminos que se inventan
y que no van a ningún lado,
porque ellos saben que esos caminos
están, precisamente, para perder el tiempo
y no para llegar a otra comarca.

Pero lo más hermoso de los niños
es que, también a veces, nos miran con ternura
y con el más antiguo conocimiento de la sangre,
se ponen a cantar y nos perdonan.

Hamlet Lima Quintana


Foto de Sabine Weiss


Segunda Poesía Vertical. Número 69

Cada uno se va como puede,
unos con el pecho entreabierto,
otros con una sola mano,
unos con la cédula de identidad en el bolsillo,
otros en el alma,
unos con la luna atornillada en la sangre
y otros sin sangre, ni luna, ni recuerdos.

Cada uno se va aunque no pueda,
unos con el amor entre dientes,
otros cambiándose la piel,
unos con la vida y la muerte,
otros con la muerte y la vida,
unos con la mano en su hombro
y otros en el hombro de otro.

Cada uno se va porque se va,
unos con alguien trasnochado entre las cejas,
otros sin haberse cruzado con nadie,
unos por la puerta que da o parece dar sobre el camino,
otros por una puerta dibujada en la pared o tal vez en el aire,
unos sin haber empezado a vivir
y otros sin haber empezado a vivir.

Pero todos se van con los pies atados,
unos por el camino que hicieron,
otros por el que no hicieron
y todos por el que nunca harán.

Roberto Juarroz





Sexta Poesía Vertical. Número 27

El silencio que queda entre dos palabras 
no es el mismo silencio que envuelve una cabeza cuando cae, 
ni tampoco el que estampa la presencia del árbol
cuando se apaga el incendio vespertino del viento. 

Así como cada voz tiene un timbre y una altura, 
cada silencio tiene un registro y una profundidad. 
El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro
y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre. 

Existe un alfabeto del silencio, 
pero no nos han enseñado a deletrearlo. 
Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable,
tal vez más que el lector. 

Roberto Juarroz

viernes, 7 de julio de 2017


La niña abre una pequeña caja de lata. La luz en el metal es una patinadora que la hechiza. Un jabón con fragancia de rosas se suelta de su nido y nada por el aire. Es jabón y es pez. Es hoja que busca el bosque donde nace el viento.
En la serenidad del patio, en el reparo interior, suenan de algarabía los pasitos. La caja siente que alguien la consagra y se sueña algo volátil, algo que migra hacia la luna creciente...

María Cristina Ramos


lunes, 8 de mayo de 2017

  
33

El corazón más plano de la tierra,
el corazón más seco,
me mostró su ternura.
Y yo tuve vergüenza de la mía.

Tuve vergüenza de los himnos largos,
de las constelaciones derramadas,
de los gestos nupciales y espumosos,
de las escarapelas del amor,
de los amaneceres desplomados.

Y también tuve miedo.
Miedo de las palabras que no cantan,
miedo de las imágenes que sobran
cuanto tanto ser falta,
miedo de los roedores que se baten
en la iglesia vacía,
miedo de las habitaciones bautismales
que se llenan de águilas.

El corazón más plano de la tierra
me hizo aprender el salto en el abismo
de una sola mirada.

Roberto Juarroz